MANIPULACIÓN GENÉTICA
La manipulación genética consiste en las técnicas dirigidas a modificar el
caudal hereditario, de alguna especie, con fines variables, desde la superación
de enfermedades de origen genético (terapia genética) o con finalidad
experimental (conseguir un individuo con características no existentes hasta
ese momento). Llegar a la posibilidad de realizar modificaciones en la
composición hereditaria de una especie requiere una serie de pasos, de los
cuales unos cuantos ya han sido dados. El primero de ellos fue el
descubrimiento del cromosoma humano, formado por ácido que conforma los genes,
los cuáles a su vez se “ubican” en los cromosomas. Cada especie tiene un número
específico de cromosomas, los humanos contamos con 23 pares, es decir, 46
cromosomas.
Hay que conocer el hecho de que la información genética es un conjunto de instrucciones que se transmiten en un único “idioma”: esto quiere decir que es universal, por lo que la diferencia entre un clavel, un rinoceronte y una persona humana es la cantidad de información.
El Proyecto Genoma Humano ha conseguido recientemente desvelar toda la información genética que posee el gen humano. Este hecho crea grandes problemas en torno a la privacidad de esta información. Si no contáramos con ninguna protección desde el punto de vista del derecho, la manipulación genética sería realizable por cualquier empresa privada que quisiera efectuarla, es decir, estaríamos indefensos ante los intereses de terceros.
El objeto del análisis genético, es decir la investigación del genoma, representa un hecho claramente positivo. Como en cualquier otra ciencia, de este modo se obtienen nuevos conocimientos. Sin embargo, en algunos casos, un análisis genético puede tener como objetivo un tratamiento que como consecuencia del diagnóstico obtenido puede conducir al aborto. Por esto para determinar la licitud de estas actuaciones hay que preguntarse cuál es el fin de las mismas.
Los análisis prenatales sirven para determinar si un embrión lleva o no una tara genética en familias en las que los padres son susceptibles de transmitir a su hijo cualquier defecto genético. El estudio puede prevenir futuras actuaciones terapéuticas, en este caso es éticamente lícito, porque se busca un fin terapéutico en el análisis. Ahora bien, los diagnósticos prenatales no siempre se usan con esta finalidad. En la mayoría de los casos se hacen análisis genéticos para decidir sobre si se aborta o no. En estos casos el diagnóstico genético prenatal se pervierte y por tanto es éticamente inadmisible. Si se reconoce la intención de abortar, en caso de diagnosticar la posible existencia de un gen defectuoso, el análisis genético no es admisible porque sería una indicación confirmatoria para una decisión tomada de antemano.
Aunque existen innumerables justificaciones y argumentos que tratan de excusar la interrupción de un embarazo, como puede ser la interrupción en el caso del nacimiento de un niño minusválido o niños con taras genéticas como puede ser el síndrome de Down, son inadmisibles ya que ignoran totalmente el respeto a la dignidad de una persona. Cabe señalar que la mayoría de los estudios de diagnóstico prenatal se realizan con el fin de decidir sobre la continuidad o no del embarazo. Para ello se utilizan técnicas que tienen que ser usadas durante el tiempo que malamente se denomina “aborto legal” (3 primeros meses), siendo este momento uno de los mas peligrosos para el embrión. Por lo que, además de la ilicitud que lleva implícita esta actuación, se añade el hecho del posible peligro que suponen estas técnicas para el correcto desarrollo del embrión. A continuación vemos en un cuadro el desarrollo del embrión a lo largo de la etapa de gestación y se observa que a las doce semanas o tres meses ya el embrión ha comenzado a aumentar de tamaño considerablemente y por lo tanto ya no se puede abortar.
La manipulación genética de animales y microorganismos hasta ahora consistía en añadir genes humanos para obtener los productos proteicos en cantidades elevadas con poco costo (insulina, factores de la coagulación). En la plantas se han usado estas técnicas con los mismos fines y además se han conseguido cultivos más rentables porque crecen más, se hacen resistentes a plagas o a heladas, aparte de otras múltiples ventajas.
En cuanto a la manipulación genética de las plantas, las cuestiones éticas vienen a posteriori. Estas cuestiones éticas se refieren al hecho de informar o no al consumidor de que se trata de productos manipulados genéticamente. Además son desconocidos los efectos que tendrán estos alimentos en el ser humano ya que se trata de especies nuevas, no surgidas naturalmente sino inventadas por el hombre.
Con los animales ocurre algo parecido. Se añade un nuevo problema y es que como se tiende a conseguir lo mejor de cada especie y los máximos beneficios, se tiende a uniformar las especies, tanto animales como vegetales, con los posibles efectos que esto pueda tener en el futuro. Durante todos los tiempos, las especies animales y vegetales han tendido a la evolución y a la diversidad. Por esto, los posibles efectos que pueda tener una tendencia a la uniformidad genética son desconocidos y temidos.
Hay que conocer el hecho de que la información genética es un conjunto de instrucciones que se transmiten en un único “idioma”: esto quiere decir que es universal, por lo que la diferencia entre un clavel, un rinoceronte y una persona humana es la cantidad de información.
El Proyecto Genoma Humano ha conseguido recientemente desvelar toda la información genética que posee el gen humano. Este hecho crea grandes problemas en torno a la privacidad de esta información. Si no contáramos con ninguna protección desde el punto de vista del derecho, la manipulación genética sería realizable por cualquier empresa privada que quisiera efectuarla, es decir, estaríamos indefensos ante los intereses de terceros.
El objeto del análisis genético, es decir la investigación del genoma, representa un hecho claramente positivo. Como en cualquier otra ciencia, de este modo se obtienen nuevos conocimientos. Sin embargo, en algunos casos, un análisis genético puede tener como objetivo un tratamiento que como consecuencia del diagnóstico obtenido puede conducir al aborto. Por esto para determinar la licitud de estas actuaciones hay que preguntarse cuál es el fin de las mismas.
Los análisis prenatales sirven para determinar si un embrión lleva o no una tara genética en familias en las que los padres son susceptibles de transmitir a su hijo cualquier defecto genético. El estudio puede prevenir futuras actuaciones terapéuticas, en este caso es éticamente lícito, porque se busca un fin terapéutico en el análisis. Ahora bien, los diagnósticos prenatales no siempre se usan con esta finalidad. En la mayoría de los casos se hacen análisis genéticos para decidir sobre si se aborta o no. En estos casos el diagnóstico genético prenatal se pervierte y por tanto es éticamente inadmisible. Si se reconoce la intención de abortar, en caso de diagnosticar la posible existencia de un gen defectuoso, el análisis genético no es admisible porque sería una indicación confirmatoria para una decisión tomada de antemano.
Aunque existen innumerables justificaciones y argumentos que tratan de excusar la interrupción de un embarazo, como puede ser la interrupción en el caso del nacimiento de un niño minusválido o niños con taras genéticas como puede ser el síndrome de Down, son inadmisibles ya que ignoran totalmente el respeto a la dignidad de una persona. Cabe señalar que la mayoría de los estudios de diagnóstico prenatal se realizan con el fin de decidir sobre la continuidad o no del embarazo. Para ello se utilizan técnicas que tienen que ser usadas durante el tiempo que malamente se denomina “aborto legal” (3 primeros meses), siendo este momento uno de los mas peligrosos para el embrión. Por lo que, además de la ilicitud que lleva implícita esta actuación, se añade el hecho del posible peligro que suponen estas técnicas para el correcto desarrollo del embrión. A continuación vemos en un cuadro el desarrollo del embrión a lo largo de la etapa de gestación y se observa que a las doce semanas o tres meses ya el embrión ha comenzado a aumentar de tamaño considerablemente y por lo tanto ya no se puede abortar.
La manipulación genética de animales y microorganismos hasta ahora consistía en añadir genes humanos para obtener los productos proteicos en cantidades elevadas con poco costo (insulina, factores de la coagulación). En la plantas se han usado estas técnicas con los mismos fines y además se han conseguido cultivos más rentables porque crecen más, se hacen resistentes a plagas o a heladas, aparte de otras múltiples ventajas.
En cuanto a la manipulación genética de las plantas, las cuestiones éticas vienen a posteriori. Estas cuestiones éticas se refieren al hecho de informar o no al consumidor de que se trata de productos manipulados genéticamente. Además son desconocidos los efectos que tendrán estos alimentos en el ser humano ya que se trata de especies nuevas, no surgidas naturalmente sino inventadas por el hombre.
Con los animales ocurre algo parecido. Se añade un nuevo problema y es que como se tiende a conseguir lo mejor de cada especie y los máximos beneficios, se tiende a uniformar las especies, tanto animales como vegetales, con los posibles efectos que esto pueda tener en el futuro. Durante todos los tiempos, las especies animales y vegetales han tendido a la evolución y a la diversidad. Por esto, los posibles efectos que pueda tener una tendencia a la uniformidad genética son desconocidos y temidos.
Además, con la manipulación genética de estos seres vivos se crean nuevas
especies. En el caso de los microorganismos se podrían estar construyendo
nuevos patógenos y con ello nuevas enfermedades. Con esto, los beneficios que
traen las nuevas tecnologías genéticas quedan anulados.
Una variante de la recombinación genética es la transgénesis. Con esta
metodología es viable la intervención en el patrimonio genético de un ser con
adición de nuevos genes y alteración por tanto, de sus características. Hoy día
se consigue en unos pocos meses lo que la naturaleza hubiera tardado siglos o
milenios en producir: nuevas especies animales. Con la transgénesis, se rompe
totalmente la barrera natural entre las especies, y es teóricamente factible
insertar genes en casos que es imposible que se den en la naturaleza la cual
tiende a preservar la diferencia entre las especies y ni siquiera facilita el
nacimiento de híbridos.
La transgénesis debería considerarse éticamente ilícita debido a que supone
una grave trasgresión contra la naturaleza. Además no se postulan grandes
beneficios ni a corto ni a largo plazo, salvo la mera curiosidad de ver como se
comporta la naturaleza en estos casos.
Amiguillo José, creo que esto en cuanto a animales y personas aun no se da a mayor medida, sin embargo en algunas plantas si se ha logrado a alterar su genética.
ResponderEliminarWau jose muy buen aporte de tema solamente se ha podido experimentar con cerdos pero hay algo fascinante sobre utilizarvlos organos de ellos como transplantes al ser humano
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