Flores y plantas cambian su trayectoria al crecer buscando la luz. ¡Y a veces muy deprisa!
Los modifican la trayectoria de crecimiento de
sus tallos y distintos apéndices en función de la luz solar. En la naturaleza,
esto se produce de formas diversas. Por ejemplo, en el caso de las plantas
trepadoras, como la vid, estas suelen disponer de zarcillos, ganchos o espinas
que actúan como fijaciones para escalar por cualquier tipo de estructuras,
incluidas las de otros vegetales. Para ayudarse en el ascenso, los tallos y
brotes se retuercen siguiendo la superficie del objeto en cuestión. La
velocidad a la que las estructuras dan una vuelta depende bastante del género y
de las condiciones a las que se enfrenten.
En su
libro Los movimientos y hábitos de las plantas trepadoras, Charles Darwin
aseguraba que las del género Scyphanthus son las más rápidas; según sus
observaciones, completan una revolución (una vuelta sobre sí mismas) en una
hora y diecisiete minutos. Scyphanthus es un género de plantas con flores
perteneciente a la familia Loasaceae, que son nativas de África y América. La
familia comprende plantas herbáceas anuales, bienales y perennes y unos pocos
arbustos y pequeños árboles.
Sin
embargo, los zarcillos de algunas especies de Passiflora lo hacen a veces aún
más rápido y los filamentos de las vides son capaces de dar una vuelta en tan
solo una hora. Incluso las especies del mismo género pueden moverse a
velocidades distintas, una variación que no tiene que ver con el grosor de los
brotes o los apéndices. La mayoría de ellas giran en sentido contrario a las
agujas del reloj, otras lo hacen en el mismo sentido y algunas, como las del
género Fallopia –muchas de ellas especies invasoras–, pueden revolverse en
ambas direcciones. Ninguna lo elige sobre la marcha, sino que el sentido de
giro predilecto viene determinado genéticamente.
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