Aunque tienen pocos depredadores, los manatíes son los
mamíferos marinos más amenazados y se encuentran en peligro de extinción. Los
manatíes han sido cazados, principalmente por su carne y su grasa, aunque en la
actualidad la especie está protegida. Si no se preserva su hábitat, la especie
desaparecerá en pocos años.
Las tres especies de manatíes que existen, están calificadas
en la Lista de Especies en Extinción de la Unión Mundial para la Naturaleza
(IUCN) como vulnerables. En la actualidad es mayor el número de muertes
(naturales y ocasionadas por el hombre) que los nacimientos que se producen (la
especie se reproducen lentamente, las hembras tienen una cría cada 3 a 5 años).
Se estima que la población de manatíes de las Indias
Occidentales, las Antillas y Florida no supera los 2.500 ejemplares. El hombre
constituye la mayor amenaza para estos animales. Los manatíes son animales
lentos y no agresivos, lo cual los hace presa fácil de los cazadores.
La expansión humana ha reducido su hábitat natural en muchas
áreas. La Reserva del manatí, en Río Dulce, Guatemala, es tal vez uno de sus
últimos santuarios. Los manatíes ingieren sustancias tóxicas o metálicas
mezcladas con los vegetales. La cacería indiscriminada redujo drásticamente la
población y muchos manatíes han sido heridos por los botes de motor.
La primera observación registrada de manatíes data de 1492 en
una expedición de Cristóbal Colon. Aun así, casi todo lo que sabemos sobre
manatíes lo hemos aprendido en los últimos 25 años.
En el caso del manatí de Florida, debido a su distribución
por encima de la línea del Trópico de Cáncer, se congregan con frecuencia cerca
de fuentes artificiales de calor, como las plantas de energía atómica. Cuando
hacen esto, dejan de migrar y se vuelven dependientes de esa fuente artificial
de calor. Ante el cierre o traslado de algunas fuentes de calor artificial, se
necesita calentar las aguas para evitar la desaparición de esas poblaciones de
manatíes.
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