Desmontamos uno de los mitos más frecuentes sobre nuestro cerebro.
Por Anna Forés
Los pedagogos y educadores se basan en los últimos avances de la neurociencia para ratificar algunas de las teorías en relación con el aprendizaje, hasta hace poco incuestionables. Uno de los mitos más extendidos y aceptados es que solo utilizamos el 10% del cerebro. A pesar de que es muy posible que nosotros mismos lo hayamos dicho en alguna ocasión y lo hayamos escuchado o leído como algo seguro, está demostrado que esta es una falsa creencia.
En cualquier caso, si solo utilizáramos el 10% del cerebro, ¿qué podríamos llegar a hacer con el 90% restante? ¿Los genios son genios porque utilizan más de este 10%? ¿Podemos estimular la parte restante? Estas y otras tantas preguntas permiten abrir infinitas posibilidades evolutivas y pueden dar falsas esperanzas con respecto a todo lo que todavía podemos evolucionar y el tipo de seres humanos que podríamos llegar a ser (telequinesia, telepatía…), además de ofrecer una visión pseudocientífica de fenómenos que se consideran inexplicables.
Todas las regiones del cerebro tienen actividad
Se ha demostrado que solo es posible observar áreas del cerebro inactivas cuando se ha sufrido una lesión cerebral y esta provoca daños graves.También se ha constatado que, incluso cuando dormimos, todas las partes de nuestro cerebro presentan algún nivel de actividad, lo cual sería imposible si únicamente utilizáramos el 10% del cerebro. Si nos enfrentamos a una operación compleja, nuestro cerebro requerirá de una intervención superior. Si el aprendizaje es excesivamente sencillo, evidentemente nuestro cerebro ahorrará energía y reducirá su uso a la mínima expresión; pero si lo sometemos a simulaciones, a lecturas de fantasía, o a ejercicios que precisen usar la imaginación, las áreas del cerebro que entran en juego se incrementarán, y en consecuencia el tanto por ciento utilizado será mucho mayor.
El mito podría apoyarse en el hecho de que hasta hace poco se había mapeado solo el 10% de nuestro cerebro. No obstante, en la actualidad se ha podido mapear casi el 100% y sabemos que hay diferentes regiones encargadas de los diferentes tipos de procesamiento de información, y lo más relevante es que no se ha encontrado ninguna área que no cumpla algún tipo de función.
Desde el punto de vista pedagógico, saber que podemos y debemos utilizar más del 10% de nuestro cerebro debería abrir las puertas a la curiosidad. El cerebro ya no es esa caja negra a la que, según el conductismo, no se podía acceder. Esta nueva realidad debe llevarnos a hacernos preguntas, relativas, por ejemplo, a la neurogénesis o a la flexibilidad neuronal, y a probar nuevas formas de enseñar y de aprender.
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