VIDA ANIMAL NOCTURNA
Los flamencos duermen en el agua y sobre una pata, con un ojo abierto
por si las moscas. Los delfines dejan medio cerebro despierto para saber cuándo
tienen que subir a la superficie a buscar el aire. Las jirafas se despiertan
cada dos horas y otean el horizonte por si acechan los depredadores. Los
murciélagos descansan colgados boca abajo durante 20 largas horas: son los grandes dormilones del reino animal.
Los leones se pasan el día sesteando como los gatos, haciendo tiempo
entre presa y presa. A los chimpancés les basta con seis u ocho horas diarias,
como nosotros. Y los gorilas se distinguen finalmente porque tienen una
necesidad imperiosa de preparar la cama antes de
tumbarse a dormir con sus crías.
El documental de la BBC Animals at night: sleepover at
the zoo ha explorado como nunca antes los hábitos nocturnos de unas cincuenta
especies. La mayoría de las imágenes se han obtenido en cautiverio, con la ayuda de 32 cámaras de visión nocturna y 20 sensores de
infrarrojos instalados en el zoológico de Bristol, que ha colaborado
en el mayor experimento realizado hasta la fecha en el mundo animal (en el que
también han participado con resultados sorprendentes los pulpos y las sepias).
«Hasta ahora se pensaba que los humanos necesitaban dormir más que otros
animales porque somos especies más evolucionadas», asegura la naturalista Liz
Bonnin. «Pero está cada vez más claro que el mayor
determinante de las pautas del sueño es el medio natural. Una jirafa no
necesita despertarse cada dos horas por razones cognitivas, sino por pura
supervivencia. Necesita asegurarse de que no hay depredadores que pueden
cazarla mientras duerme».
Aún en cautiverio, lejos de la amenaza permanente de la sabana, tanto las jirafas como los elefantes duermen rara vez más de
tres horas seguidas. En contraste, los leones se pasan todo el día
echando cabezaditas, sea de día o de noche. Los koalas, en cualquier caso,
figuran entre los más remolones, con 14 horas diarias, superando con creces las
nueve o diez que necesitan los osos perezosos.
«Una de las observaciones más curiosas en el zoo de Bristol ha sido
quizás la de los gorilas», apunta Bryson Voirin, especialista en el sueño de
los animales. «Noche tras noche, asistimos al
ritual de la preparación de la cama por parte de mamá gorila, que puede estar
diez minutos asegurándose de que la superficie es suficientemente cómoda para
que ella y su cría puedan descansar plácidamente durante ocho horas».
Dormir con un solo ojo cerrado
Otro de los fascinantes ejemplos de adaptación del sueño al instinto de
supervivencia es el de los suricatos. La manada suele hacer piña en torno a la
matriarca, que se beneficia no sólo del calor en las frías noches del desierto
del Kalahari, también de la alerta permanente de sus guardianes, que duermen con las orejas bien abiertas y receptivas a cualquier
sonido más potente que el viento.
Liz Bonnin expresa también su sorpresa ante el estudio del sueño en los
delfines, capaces de dormir la mayor parte del tiempo con un solo ojo cerrado y
con medio cerebro, mientras que la otra mitad se mantiene
alerta para subir a respirar a la superficie. «Las imágenes que
hemos conseguido en el zoo de Bristol demuestran sin embargo que los delfines
llegan dormir en períodos cortos con todo el cerebro», asegura Bonnin.
«En más de una ocasión hemos podido comprobar cómo descienden con todo
su cuerpo al fondo de la piscina, y sólo reaccionan cuando tocan el fondo y se
reactiva la mitad despierta». Patrick Miller, de la Universidad de St Andrews,
ha logrado filmar por su parte a un grupo de cachalotes descansando en la
superficie del mar y permaneciendo prácticamente inmutables hasta ser despertados
por una motora, lo que demuestra la capacidad de
algunas ballenas de alcanzar el sueño profundo e incluso soñar.
Otra especie estudiada de cerca es la del tiburón mielga, capaz de
dormir en plena actividad natatoria, impulsado por su médula espinal y mientras
el cerebro descansa, necesitado como está de perpetuo movimiento para que el
agua oxigenada pase por sus agallas.
Uno de los mitos rebatidos es el de los albatros durmiendo en pleno
vuelo. Según el doctor Niles Rattenborg, del Instituto de Ornitología Max
Planck, el hecho de que algunas aves puedan volar «sin esfuerzo mecánico» no
implica que lo hagan en pleno sueño, sino que se trata más bien de una técnica
de vuelo. «Algunas especies han
evolucionado para poder volar grandes distancias sin descanso y sin sueño», advierte. «En el
caso de los albatros hemos hecho varios seguimientos que demuestran cómo paran
habitualmente de noche y duermen flotando en el agua».
Dormir de pie, con una pata y un ojo abierto es algo habitual en las
aves zancudas. Los caballos, por cierto, duermen el
98% del tiempo a cuatro patas, lo cual impide que alcancen un sueño profundo, al igual que sus
parientes las cebras. Las ratas, aunque sean más activas de noche, tienen
curiosamente unas pautas parecidas a las de los humanos, por eso son las
cobayas perfectas en estudios sobre los trastornos del sueño.
Los perros llegan a ladrar en pleno sueño y los gatos deambulan sonámbulos, como queda demostrado a través
de varios vídeos caseros sobre los animales domésticos. Uno de los hábitos
más extraños de sueño ha sido el detectado en algunas especies de papiones, que
duermen en una extraña postura, sentados y apoyándose en los talones, para
evitar el sueño profundo.
Los sueños del pulpo
En El
sueño de la esposa del pescador, obra cumbre del shunga o arte erótico
japonés, el pintor Katsushika Hokusai fantaseaba allá por 1814 con un pulpo
succionando la vulva de una mujer y acariciándole los pezones con uno de sus
múltiples tentáculos. Soñar con pulpos tiene pues una alta connotación erótica
desde tiempos inmemoriales. Lo que no se sabía hasta recientemente es que los
cefalópodos también sueñan. El documental de la BBC ha logrado capturar tanto a
un pulpo como a una sepia con movimientos rápidos oculares (REM), al tiempo que
sus cuerpos se convulsionaban en pleno sueño y cambiaban incluso de color. Un
indicio tal vez de que los sueños no son potestad única de los humanos y de los
mamíferos y que se extienden por los dominios más insospechado del reino
animal, incluidos los submarinos.
Los animales tienen características que increíbles que los ayudan a adaptarse de manera especifica a su entorno, existen personas que suelen dormir con los ojos abiertos, desconozco la razón pero me imagino que se debe a las condiciones del contexto en el que están inmersos.
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